La Renga en Racing: El rock and roll no morirá jamás

El Estadio de Racing se convirtió en el epicentro de un evento musical que quedará grabado en la memoria de los fanáticos del rock nacional.

El pasado fin de semana, la banda de Mataderos se apoderó de Avellaneda con una serie de 4 recitales. Que tuvieron su broche de oro con la última de las presentaciones que transcurrió el sábado 13.

La previa al “Banquete” estuvo marcada por la emoción y la manija de “los mismos de siempre”. Quienes colmaron las inmediaciones del estadio horas antes de que las puertas se abrieran.

Banderas, puesteros, remeras y cientas de almas caminando al costado del mundo fueron la postal de la previa. Marcada por los altos grados de temperatura que “los rengos” supieron sobrellevar con alguna que otra bebida espirituosa para el cuerpo.

Una vez que el sol dejó de azotar a los presentes el estadio fue llenándose de figuritas, que de a poco entraban en calor; pero el otro calor, el de los corazones que saben que esta noche toca SU BANDA DE ROCK AND ROLL. Mientras tanto Massiva y Escalopez fueron los encargados de amenizar la espera con el atardecer de telón.

Alrededor de las 22 horas ya no cabía un alma más en el estadio, y fue el momento en que la atención de los presentes se centró en la intro que rodaba en las pantallas del escenario, acompañada del sonido característico que los precede desde que lanzaron “Alejado de la red”. Y surfeando el mar de voces por fin, La Renga en Racing se hizo realidad frente a una multitud entregada.

Desde los primeros acordes, la conexión entre la banda y su público fue palpable. Con “Tripa y corazón” se vaticinaba que la lista de canciones estaba lista para que la euforia y las gargantas explotaran al unísono. Con una catarata de canciones y un Chizzo encendido al frente, acompañado de Tete que jugó su propia carrera a pie (¿Entrenará?). Y respaldados por la montaña de parches que cubre a Tanque Iglesias, Manu Varela, el comodín, que acompaña con sus instrumentos en
los momentos que se lo requiere, y “las cucarachas de bronce”, aportando el vértigo necesario en cada canción donde los vientos se hacen presentes.

La lista tuvo entre sus filas “A tu lado”,”Almohada de piedra”,”El Twist del pibe”,”En el baldío”,”El Rito”,”El Rey de la Triste Felicidad”, y el siempre celebrado “Juicio del Ganso”. Un clásico de sus primeros discos que es tan bien recibido cuando se lo saca de la vitrina.

Pero lo mejor de la noche todavía no había pasado. Muchas fueron las especulaciones sobre el show de La Renga en Racing, que rotaron en redes sociales con respecto a los invitados. Círculó una foto con Wos, y los más reacios se exaltaron pero lo que se venía era superior a la expectativa.

A las 00 hs nos esperaba “LA” sorpresa de la noche. Chizzo se detuvo a contarle al público que en mayo había vivido “el acto de hermandad más rockero de los últimos años”, y en el escenario apareció el señor Ricardo Mollo. Acompañado de una guitarra, por supuesto, para brindarnos una versión de “La Balada del diablo y la muerte” a dos guitarras. Tal cual como pasó en el estadio Vélez Sarsfield, lo que siguió fue magia. El otro trío, el de Hurlingham se apoderó del escenario para una versión distinta de “Ala Delta”, con un sonido diferente al que solemos
escuchar en el bajo de (me pongo de pie) Diego Arnedo. Pero con Catriel Ciavarella prendido fuego desde lo más alto del escenario.

Y como si esto no fuera poco, nos tenían preparado una joyita más. Aunque me quedo corta con esa expresión para representar el junte de los dos exponentes más grandes del rock nacional de los 90 para acá. Divididos y La Renga se unieron para enseñarnos que “El Rock and Roll no morirá jamás”. Como señal de que las modas pasan, pero lo que continúa vivo es nuestro rock, nuestra resistencia ante los tiempos más oscuros, que nos refugia a todos esos “lados b” de la sociedad.

En conclusión, el recital de La Renga en Racing fue mucho más que un recital. Fue un hecho que amalgamó la fuerza del rock argentino con la reflexión sobre la identidad y la resistencia.

La banda y sus invitados de lujo lograron, una vez más, dejar su huella en la historia del rock nacional. Marcando un hito inolvidable para los presentes; y los ausentes también.

Porque la Patria no se vende, y La Renga lo dejó claro en cada acorde, en cada frase y en cada corazón que latió al ritmo de la “Bestia Rock”.

Crónica realizada por Ara Caballero, fotografías a cargo de Martín Cornejo, para www.delaviejaescuela.com

 

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