Carajo piso por segunda vez en el año el escenario de Krakovia para presentar el lanzamiento en vinilo de “Atrapasueños” y “El mar de las almas”.
El viernes arrancó un fin de semana lleno de rock, y nuestro querido abasto era la cita obligada. Carajo se presentó en Krakovia después de haber encabezado en Mayo la segunda edición del festival “Rompiendo Cabezas”, en esta ocasión presentando en vinilo dos de sus discos más importantes: Atrapasueños y El mas de las almas.
Los invitados y encargados de abrir el show y calentar el ambiente fueron los locales de Juan Terrenal. La mejor banda de córdoba (para quien les habla) subió al escenario minutos antes de las 23, y en un show corto, volvieron a mostrar la potencia y prolijidad que los caracteriza y que les permitió tocar en Quality hace apenas un mes. Sonaron clásicos terrenales de todas las épocas; la marcha marcial en “Desamparo” fue uno de los primeros, con un Amaya simulando el andar de militares mientras relucía su remera de Pearl jam y el siempre presente pañuelo al cuello. ”Malas costumbres” transformo a Krakovia en una pista de electrónica, con riffs afilados y delirios de samplers y teclados nos hicieron bailar.
El cierre fue bien arriba y apelando al costado más pesado de JT. “Que más”, “Anime” e “Igual” fueron los más cantados por el siempre fiel público que sigue a Miguel Amaya y los suyos, mientras en las pantallas se proyectaban las gráficas estilo anime y cyber punk de todos sus shows. Para el final, Amaya le mando un feliz cumpleaños a Juan Cruz, su primogénito, agradeciéndole por permitirle disfrutar de hacer lo que más le gusta incluso en ese momento. “Última canción” y “volviendo a cero”, el clásico epilogo con el cronometro rezando 3:45 en la pantalla y la cuenta regresiva.
El público ansioso por el plato fuerte de la noche colmo el local de Las Heras 94 y comenzó a corear el famoso “Pan y vino, pan y vino, el que no grita Carajo, para qué carajo vino?”.
Se apagaron las luces y aparecieron los tres en las sombras del escenario. Corvata, Tery y Andrés recibieron el cálido aplauso de la gente mientras las luces les daban directo en el rostro, y prometieron una noche nostálgica.
El inicio, “Atrapasueños”, dio pista de que efectivamente sería un show para el recuerdo, similar al tour “Canciones olvidadas” de hace un par de años, dividido en dos partes; la primera le tocaba a su disco del 2004. Fue un repaso casi completo del segundo álbum de Carajo, quizás el de letra y contenido más espiritual y de protesta contra el hombre mismo. “El error” fue el acostumbrado segundo que dio paso a una de las mejores canciones del trio que hacía mucho no escuchábamos en vivo, “Algo en que creer”; que también dio paso a otros clasicazos, “Como debería ser” y el power reggae de “Fluir”. A esta altura ya todos teníamos una sonrisa dibujada en el rostro, de oreja a oreja, nada mejor que escuchar canciones viejas de carajo. “De frente al mar” bajó los decibeles e instauró una atmósfera de paz para dar fin al viaje de “Atrapasueños.
Esa paz no duró mucho. El llanto de un bebé en sintonía con violines nos adelantó lo que se avecinaba, como la calma que antecede al huracán. Todo explotó con “Ácido”, la canción que allá por 2010 terminó de posicionar a Carajo como la banda que es hoy en día, junto con su flamante disco “El mar de las almas”, para muchos el mejor del trio y que repasaron de principio a fin. “Una nueva batalla” y “Fantasmas” fueron escuchadas por primera vez por muchos. “Virus anti – amor” y “Humildad” dejaron un mensaje de redención y “Luna herida” y pruebas” volvieron a levantar la temperatura. “Libres” tuvo a Tery subido al parlante del retorno, haciéndole el amor a su guitarra y arengando a la marea sedienta que se movía debajo de él. Navegaron el mar de las almas y llegaron a puerto con la canción que da nombre al disco. Oscuridad. Nos regalaron un buen puñado de viejas canciones, de dos discos muy queridos.
Pero no termino ahí. Después de diez minutos de descanso, tanto para ellos como para nosotros, volvieron con un popurrí de los hits de sus otros discos. “Chico granada”, “Joder” y el clásico por excelencia “Sácate la mierda”, esa canción nacida en la cuna de la crisis del 2001 y que hoy, 16 años después, sigue más vigente que nunca.
El cierre, el verdadero final, de la mano de un homenaje a una de las violas más veloces y potentes del trash, la de Dimebag. El Meddley de Pantera, ese mix con los más grandes clásicos de una de las más grandes bandas del género de todos los tiempos, el que nos dejó con torticolis y permitió que cada uno de los carajo se luciera en lo que mejor saben hacer, música.
Crónica realizada por Agustín Martinez, fotografias Dayana Olmos para www.delaviejaescuela.com
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