Desde el primer momento en que anunciaron la fecha, supe que esa noche sería una locura. Y no fue para menos. Boom Boom Kid se juntó con 2 minutos para revolucionar las calles del abasto, el sábado pasado en XL.
Pasadas las 23:30 los punks se apoderaron de las calles. Crestas, tachas, chalecos de Jean con parches y camperas de cuero, a pesar del infernal calor que azotó a la ciudad durante la tarde, se fueron amontonando dentro del recinto. Por supuesto, también circulaban infinitos vasos llenos de cerveza por que en un evento así, no se puede tomar otra cosa.
Previo a los números principales, por el escenario de XL Abasto pasaron 4 bandas locales. Trineural se encargó de abrir la noche y recibir a los primeros concurrentes; luego fue el turno de Perro Verde, la banda de Demian que volvieron a juntarse para hacerle frente a las injusticias sociales con sus canciones. Después pasó Pin I Punks y los poderosos Santa Kim, quienes se dieron el lujo de interpretar “Brick by Brick” de BBK.
En el callejón de ingreso de artistas, las chicas de producción del lugar intentan mantener la calma mientras se comunican con el hotel donde se hospedan ambas bandas. Se están peleando a ver quien sube primero a la traffic. “Retenelos lo mas que puedan ahí, porque si vienen ya, empiezan a romper todo desde temprano” dice Sole, en relación al comportamiento de los 2 Minutos. Finalmente terminan “ganando” ellos la batalla por el transporte y ya están en camino. “Que sea lo que Dios quiera”.
Se bajan de la Traffic con botellas de cerveza en la mano y saludan a todo el mundo que se cruzan. Son de lo más amigables. El Mosca es abordado por una de las bandas teloneras y le piden una foto. Yo los veo como una banda de cincuentones que viven en un viaje de egresados constante. “Están más viejitos, más tranquilos.” Algunos se dan cuenta que vinieron demasiado temprano al lugar, ya que ellos tocan al final, y deciden volver a subirse al transporte para volver al hotel y dormir otro poco! Los que quedan en el camarín esperan su turno bebiendo. Mientras preparo el equipo para fotografiar a BBK, Blinsky, el guitarrista, busca un vaso para prepararse un fernet. Cometo el error de señalarle unos vasos de vidrio finitos que hay al lado de la pileta. Me dice que con eso no se llena ni una muela! Mientras, a unos metros, larga la primer banda principal.
Lo de Boom Boom Kid sobre el escenario no tiene explicación. Es simplemente una locura en vivo. Si, es cierto que Nekro lleva una vida 100% saludable: es vegetariano, no fuma ni toma alcohol; pero es increíble que con 46 años, tenga el estado físico y haga todo lo que hace arriba de las tablas sin morir en el intento. En el puesto de merchandising se encuentran expuestos los discos de las 4 estaciones que viene a presentar. Su salvaje set consta de aproximadamente 1 hora y media de puro frenetismo sin detenerse. Nunca deja de saltar, gritar y revolear las rastas y el micrófono. Entre tema y tema no hay pausas, nunca se toma un respiro, simplemente sigue adelante.
“No puedo seguirlo” me comenta un colega en el vallado mientras BBK se mueve para todos lados y resulta complicadísimo hacer una foto. Sin embargo, es de los artistas que más se disfrutan y con los que más nos divertimos a la hora de retratar ya que supone un verdadero desafío. Lo cierto es que él nunca deja de regalarte situaciones y momentos dignos de ser capturados para el recuerdo.
Intentando sacar fotos más cerca del borde del escenario, me agarro de uno de los parlantes y siento que algo se me pega en la mano. Tengo que ir a buscar una servilleta porque me había apoyado en un gran gargajo. Ahí me di cuenta que no solo Nekro se encargaba de rociar el piso a escupitajos sino que cada tanto, también pasaban a mi lado algunos provenientes desde el público, que salpicaban alrededor. Y si, estaba en un recital de punk. Es parte del folclore.
Promediando el show, “Il Carlo” se enrosca unas lamparitas de árbol de navidad en la mano y se mete entre la gente. Escoltado por el peque, uno de los guardias de seguridad de toda la vida del XL, Nekro va “bautizando” o dando la bendición con las luces a todos los que lo rodean y abrazan. Yo, junto a los demás guardias, vamos esquivando y desenredando el cable del micrófono a medida que el cantante recorre la pista. Luego vuelve del otro lado, haciendo Crowd Surf.
Para finalizar su show, les pide a todos los que quieran a que lo acompañen haciendo pogo junto a él, lo que desata el descontrol entre la gente y el desconcierto entre los de seguridad que comenzaron a ayudar a pasar a un montón de pibes y a subirse al escenario. Fue épico. Una avalancha de fanáticos saltaban del otro lado y se trepaban a las tablas mientras Nekro gritaba guturalmente una canción. “Se viene 2 Minutos” sentenciaba el cantante y tiraba el micrófono al piso para terminar con su puesta. Esta vuelta no hubo tabla de surf.
“Como me hizo laburar este HDP!” comentaba el peque en el callejón al lado del escenario. Y en ese momento Nekro salía a saludarlo y agradecerle por el esfuerzo. “Al fin uno que valora lo que hacemos” decía.
Luego de los primeros acordes de 2 Minutos comienza el verdadero caos en XL y la gente empieza a lanzarse sin parar del otro lado del vallado. Los guardias de seguridad, que supieron prever la situación, reforzaron su personal. Eran más o menos 5 personas atajando sin respiro a fanáticos que se arrojaban constantemente, evitando que se rompieran la cabeza contra el piso. Algunos lo logran, otros no tanto. Un grandote pasa al lado mío revoleando la remera con los dientes llenos de sangre. Nada le impide salir nuevamente entre la gente y perderse en la multitud para repetir el proceso. Los que están agarrados a la valla, los de la primera fila, “disfrutan” el show mientras sus compañeros de campo pasan por encima de ellos. Con una amiga nos miramos y decimos “¿Porque hacen eso?, ¿Porque se bancan todo eso?” y la única razón que encontramos es la misma por la que nosotros estamos ahí: pasión, amor por lo que tienen en frente, por la música. Partirse los dientes en un recital de 2 minutos es su forma de demostrarle a la banda, el cariño que le tienen.
El Punk barrial, contestatario y anti sistema suena más vivo que nunca. Durante las dos horas del show, celebrando 30 años de carrera, sonaron un montonazo de canciones, más de 30. Por supuesto, como el nombre de la banda lo indica, sus temas son cortos. Pero cada uno de ellos es una inyección de adrenalina que genera más agite que el anterior. 2 Minutos, es excesos, es sonar mal, es cantar como se puede, es sonar ruidoso. Son nuestros Ramones y estamos orgullosos de que sigan existiendo, porque le hacen falta al rock.
Los músicos comparten cerveza entre ellos a cada rato. “Traele un champagne, así se tranquilizan un poco” se escucha al fondo. Minutos después Blinsky destapa una botella y comienza a beber de la misma. Mosca baja al vallado y canta junto a la gente. Un pibe le cae encima y los guardias lo logran proteger como pueden. “Subite de nuevo al escenario!” le grita uno y el cantante hace caso omiso. Sus fanáticos lo abrazan y le dan besos. Es increíble el amor que le tiene la gente. Es un ser sencillo, común y corriente, como todos los de la banda. Hermosos seres.
“Piñas van, piñas vienen” despierta el lado más violento de los asistentes. Los guardias no dan abasto, la puerta que da al público desde el vallado se abre y cierra constante mente, permitiendo la circulación de todos los punks que se pasean por ahí. Todos salen con caras de felicidad. Alguno que otro encara a los de seguridad por la poco gentil pero inevitable forma en la que son recibidos del otro lado. Acá no hay tiempo para delicadeces.
Casi sobre el final, “Ya no sos Igual” es cantado como un himno y se arma tal revuelo que, el que dice que el pogo mas grande del mundo le pertenece al Indio Solari con “Jijiji” es porque nunca vio 2 Minutos. “Será Ley” expresa el guitarrista mientras una chica, sobre los hombros de alguien mientras levanta su pañuelo verde. Y por esta noche, el show ha concluido
A medida que la gente va abandonando el XL, algunos continúan aferrados al vallado rogándoles a los técnicos que les entreguen las listas de temas escritas a mano por la banda. Los que lo consiguen se retiran felices con su trofeo entre las manos.
En el camarín la banda se prepara para retirarse. Son las 5 de la mañana y continúan repartiéndose cervezas. Ni loco se les ocurre servirla en vasos, porque la cerveza se toma del pico. El Mosca nos saluda, me abraza y me da un beso sin conocerme. Se ríe de la remera de Arctic Monkeys de Diente y nos recomienda escuchar “The View”. Según él, “les dan por culo” a los Monkeys. Eso sí, solamente los primeros dos discos, porque después se vendieron.
Crónica y fotografías Nicolás Papa para www.delaviejaescuela.com
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